Reflexiones sobre el Microsoft AI & Innovation Summit
Ayer tuvimos el privilegio de formar parte de las 1500 personas que acudieron al Kinépolis para asistir al Microsoft AI & Innovation Summit celebrado en Madrid. Se respiraba un ambiente entusiasta y ambicioso, y uno tenía la sensación de estar en uno de esos momentos en los que la tecnología cambiará para siempre nuestra forma de trabajar, de la misma manera que sucedió con el nacimiento de Internet.
La IA no es algo nuevo, pero el momento de madurez alcanzado implica que se estén rompiendo las barreras del pasado. La creación de los modelos fundamentales, los conjuntos de datos de los cuales se alimenta la IA, ha sufrido una evolución que representa un gran salto. Estos ya no necesitan, como les ocurría a sus predecesores, que las personas etiqueten las entidades. El resultado es que ahora podemos nutrir a la IA con datos en bruto. Otra ventaja de estos modelos fundamentales en comparación con sus predecesores es que a partir de un mismo modelo pueden generarse modelos más específicos para casos de uso o IA especializadas. Antes teníamos que crear un modelo para cada caso de uso. Es evidente y obvio que estas mejoras y cambios aceleran y simplifican la adopción de la IA por parte de las empresas y, por ende, aumentan su capacidad competitiva.
Las investigaciones en este campo u otros relacionados, como la computación cuántica (sorprende percibir que está más cerca de lo que parece), la IA generativa basada en el lenguaje de la naturaleza y el nuevo papel de las redes como generador de aplicaciones, no hacen más que demostrar la apuesta firme e imparable de los fabricantes, los socios y el mercado por estas tecnologías. En la convención, se hacía referencia a que hace 15 años empezamos a hablar de cómo el cloud cambiaría el paradigma, y si algo quedó claro ayer es que hoy, al igual que hace 15 años, es el inicio de un viaje que nos cambiará para siempre. Desafortunadamente, que sea el inicio no implica que tengamos tanto tiempo para adoptar y adaptarnos a este cambio, más bien todo lo contrario. Las empresas que no adopten estas tecnologías, tanto en el backoffice como en el frontoffice, perderán competitividad de forma más rápida e irreversible que en disrupciones anteriores. Volviendo 15 años atrás con el nacimiento del cloud, podíamos o no elegir esta vía, pero la decisión y su impacto en el negocio no eran tan evidentes o no se percibían como tales. Ha costado años conseguir un consenso y una adopción generalizada, pero hoy en día casi no se discute si usar o no el cloud. La IA generativa, y no solo la generativa, marcará una clara línea entre las empresas que apuesten y las que no, y la diferencia será notable en un breve lapso.
La gestión del cambio en la era de la IA
Ya conocemos algunos retos a los que debemos enfrentarnos, como el sesgo, la ética, la regulación… Pero reflexionando horas después, me pregunto si no hay otros igualmente importantes pero menos evidentes, como la difícil gestión del cambio que implica esta nueva era. Cómo preparar a nuestros equipos para aprovechar al máximo el concepto de copiloto, cómo ampliar el uso de la inteligencia en nuestras compañías para ser más productivos, cómo gestionar los temores ante la irrupción de «algo» más inteligente que nosotros en nuestras vidas o cómo vamos a medir el verdadero impacto para aplicar esta tecnología solo donde sea realmente beneficiosa y no caer en la trampa de la «hiper». Desde #Innovar llevamos tiempo preparándonos para responder a estas preguntas y a las que todavía están por formular. Ideando y fomentando la coinnovación con nuestros clientes, identificando posibles casos de uso y convirtiéndolos en realidad.
Parafraseando a Shakespeare, todo se resume en la simple y contundente reflexión de «ser o no ser».
Eduard Monteagudo – Director de Consultoría